martes, 8 de febrero de 2011

No me escribas más

No voy a negar que al principio sus correos me llenaban de ilusión, salía temprano de mi trabajo y corría a casa solo para leerla. Ni siquiera consideraba la posibilidad de verla porque temía romper el encanto producido por su amor epistolar. La llamé por teléfono porque ella alguna vez y como quien no quería la cosa mandó su número "por si algún día me quieres llamar". Oir su voz confirmó que era la mujer que soñaba. Llegado el momento de formalizar las cosas ella insistió en el encuentro. No pude negarme, pero ahora sé que debí hacerlo. Apenas la vi y me di cuenta de que era como cualquier otra mujer no quise seguir adelante, y la dejé sentada esperándome en el lugar de la cita. No ha dejado de escribirme.

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