miércoles, 23 de febrero de 2011

Debí darme cuenta

En nuestra primera cita. Mientras yo levitaba a su lado por la carrera séptima.Fuimos abordados por un mimo de los que hacen imitaciones incómodas, y esperan a cambio una moneda. Este hombre perfecto, al que yo ya veneraba, despachó al pobre mimo entre insultos y maldiciones, hasta que el mimo se vio forzado a recuperar el habla para defenderse. No recuerdo qué sentí en ese momento, a lo mejor creí que ese hombre perfecto se había portado como un heroe, al liberarnos del acoso del personaje, pero la verdad es que debí notar que era un neurótico.

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