Tuve una cobija roja llamada "cobija de frutos", no tengo idea porqué la bauticé así, solo sé que gracias a esa cobija sobreviví a mi niñez. Al regresar del colegio la buscaba , la ponía en mi nariz y todos los malestares que hubiera tenido durante el día desaparecían de inmediato, incluso, los placeres también los celebraba pasando la cobija por mi nariz. Dormir con la cobija pegada a mi nariz era la dicha absoluta. Una vez fue necesario que me operaran de la nariz y el médico al salir de la sala de cirugía le dijo a mi mamá que todo había salido muy bien, pero que francamente no entendía porqué mi nariz estaba llena de motas de lana. De lo que yo estaba segura era que nada me importaba mas que mi amada cobija de frutos. Mi abuela Pita pronosticaba el fracaso de mi matrimonio por culpa de la cobija, efectivamente mi matrimonio fracasó pero no por culpa de la cobija si no por culpa de mi mala puntería. La pobre se fue de mi vida cuando se me ocurrió contarle a un sicoanalista argentino mi gran hazaña de llevar 27 años con ella, y él se rio tanto, pero tanto, que al llegar a mi casa decidí botarla. Hoy le hago un sentido homenaje a mi cobija porque nada me gustaría mas que quedarme en casa oliéndola a cambio de tener que irme a trabajar. Perdóname por haberte echado de mi vida como a un vil trapo.
jajajaja.....en definitiva, estás loquísima!!!!! Me encantó el texto....y qué hubo de las motas????
ResponderEliminarestá hermoso, dale, eres todo tu
ResponderEliminarsi es verda era un vil y sucio trapo ... pero te veias divina oliendo tu cobija de frutos
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